
Nos mueven la pasión, la honestidad y el afán por la excelencia
La primera generación aprendió, a finales del siglo XIX, los fundamentos del oficio de la chacina ibérica en Salamanca, primero en la Serranía de Candelario, lugar donde se elaboraban jamones y embutidos para la Casa Real y después constituyó la empresa en Campillo de Salvatierra.
Muchas historias de éxito comienzan con una visión diferente y ese es nuestro origen: la visión de Arturo Sánchez Martín, segunda generación de la familia, de crear los mejores ibéricos de aquella época y llevarlos al incipiente mercado nacional.
Para llevar a cabo su visión, estableció la empresa de jamón ibérico actual en Guijuelo, aprovechando unas mejores vías de comunicación e iniciando su andadura en solitario.
Comenzó así el mayor reto de su vida, que abordó con su saber hacer, su conocimiento y sus habilidades para observar y entender la naturaleza y el clima.
Este fue el Legado que, año tras año, transmitió a su hijo Arturo Sánchez Gómez, tercera generación y presidente de la compañía desde hace tres décadas. Desde entonces, éste siempre ha trabajado para hacer realidad el sueño de la empresa: crear un Ibérico único entre los ibéricos.
Arturo Sánchez Gómez ha sabido evolucionar sin renunciar a los elementos esenciales de nuestro Legado: un mejor y exclusivo cerdo ibérico junto con nuestro proceso de elaboración en simbiosis con la naturaleza.
El resultado es un producto excelso, sano, natural, lleno de matices; un producto único que trasciende los parámetros convencionales creando una nueva categoría dentro de los ibéricos.